Por Ivette Fernández Sosa
La Habana, 29 sep (Prensa Latina) La debacle socio-económica creada por la Covid-19 bien podría llamarse la crisis de la desigualdad pues todo análisis científico, en mayor o en menor medida, alude hoy al incremento de las inequidades.
Las alertas no solo hacen referencia al triste panorama de los países de menores recursos sino que alertan también acerca de las crecientes asimetrías en las naciones desarrolladas.
De acuerdo con medios especializados, se aprecia en la actualidad una recuperación desigual, dividida entre sectores y favorecedora para los más ricos.
Por esto, son desestimadas ya por algunos expertos las recuperaciones en forma de V ó U, cuya ocurrencia augura repuntes económicos relativamente rápidos, y también soslayan las que en forma de W ó L entrañan rebotes más difíciles o prolongados.
La letra involucrada ahora, según dicen, es la K.
Esta, refirió la entidad financiera holandesa Rabobank, indica que la recuperación económica de los países y/o sectores es divergente, va a dos velocidades.
Se avecina una mayor divergencia entre países y, además, una cuña entre los sectores y las clases socioeconómicas, recalcaron en un estudio sobre la situación de la Eurozona.
También en Estados Unidos esta teoría gana adeptos.
«Vemos una recuperación que será vigorosa para algunos sectores, mientras otros se mantendrán en caída libre», consideró, por su parte, la presidenta de la Cámara de Comercio de este país, Suzanne Clark.
En esta nación, justo la más rica del mundo, numerosos analistas avisan sobre el crecimiento de las diferencias sociales.
La publicación Politico, por ejemplo, advirtió hace poco que Estados Unidos vive hoy un panorama económico fragmentado, donde los más ricos ganan y ahorran a niveles récord, mientras los más pobres luchan por pagar facturas y comida.
Según el estudio del rotativo, mientras el mercado de valores en esta nación alcanza máximos históricos, casi 30 millones de personas reciben prestaciones por desempleo y la tasa de paro es del 8,4 por ciento.
La pandemia exacerba un escenario antes descrito por el Nobel de Economía, Joseph Stiglitz.
Según sus estudios, la porción de los ingresos que se llevan los trabajadores (excluye directivos y banqueros) descendió de un 75 por ciento en 1980 a un 60 por ciento en 2019, es decir, una caída del 15 por ciento en treinta años.
En sentido contrario, agregó, el 10 por ciento de la cúpula, el uno por ciento en la cima y hasta el 0,1 por ciento aún más arriba, duplican y cuadriplican sus ingresos.
Un dato muy revelador al respecto es que, mientras los subsidios por desempleo en Estados Unidos rozaban el millón, numerosos medios divulgaron la llegada de la fortuna del creador de la compañía Amazon, Jeff Bezos, a 200 mil millones de dólares.
Es, dijeron, la primera persona cuyo patrimonio alcanza ese monto.
No solo la pandemia logró números históricos en 2020, también de eso puede jactarse Bezos pues a inicios de 2020 su caja de caudales contenía 74 mil millones y en una sola jornada consiguió 13 mil millones de dólares.
Todo en el mismo año en el que se augura para Estados Unidos la peor recesión desde la llamada Gran Depresión en la década del 30 del pasado siglo.
Al tomarse en cuenta la situación de vulnerabilidad en la que se hallaba América Latina antes del azote epidémico, no debería sorprender la dureza de la afectación del fenómeno.
Sin embargo, la situación de la región alarma por números superlativos donde claramente incide poseer el 33,8 por ciento del millón de muertes ya contabilizadas, y el 28 por ciento de los más de 33 millones de casos globales.
Estima la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que solo en el segundo trimestre, se perdieron el 33,5 por ciento de las horas trabajadas, equivalente a la destrucción de 80 millones de empleos a tiempo completo
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«La pandemia de Covid-19 ha sido devastadora en América Latina, donde ya se concentraban nubes de tormenta económica. Las familias pasan dificultades para comprar productos básicos como comida y medicinas mientras sus medios de vida se destruyen y el desempleo afecta ya a 44 millones de personas. Es una combinación fatal», expresó por su parte el director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos, David Beasley.
También es la que sale peor parada en relación a los pronósticos de crecimiento para este año de entre todas las regiones del mundo.
La desigualdad ya existía antes de la Covid-19 pero los efectos de la pandemia volvieron esa herida más grande y profunda.
Sus perjuicios solo acentuaron los síntomas de un neoliberalismo que con crisis, o sin ella, encuentra la manera de asfixiar a los ya sometidos y de ensanchar las arcas de los ricos.